lunes, 20 de junio de 2011

El mito de la superpoblación

Alejandro Piscitelli Murphy

El 31 de agosto pasado se publicó en este diario un sugerente artículo titulado En busca de una esposa, firmado por Alain Buu. Cuando el autor describe los problemas de China en cuanto al desequilibrio que existe entre varones y mujeres, está apuntando a una de las tantas manifestaciones poblacionales que se generan cuando se intenta manipular el crecimiento demográfico.

China ha intentado frenar en los últimos 25 años, de manera contundente, sus tasas de crecimiento poblacional, pero esto no es gratuito. Y el error siempre consiste en creer que mucha población ya es un problema en sí mismo: normalmente, los países más superpoblados no son los más densamente poblados, y viceversa.

El continente asiático, que alberga a casi el 60% del total de la población mundial, tiene una densidad de unos 111 habitantes por kilómetro cuadrado, mientras que Holanda cuenta con una densidad de 366. Sin ir más lejos, la Europa de los doce países fundadores de la comunidad está más "hacinada" que China: de 145 a 120 hab./km2.

El problema principal se produce cuando, por intereses políticos, se intenta manejar la dinámica poblacional de manera casi mecánica, cuando en realidad es un fenómeno de naturaleza cultural, como se ejemplifica en el caso chino. Y cuando ocurre esto, comienzan los problemas de diversa índole. Por caso, ya ha ocurrido en países como la Unión Soviética durante gran parte del siglo XX (cuando se intentaba incentivar el antinatalismo o el natalismo según las coyunturas políticas), y ahora se repite en China.

La obsesión por que el único hijo sea varón hace que, tanto en ese país como en la India, estén prohibidas las resonancias magnéticas para conocer el sexo del bebe por nacer, ya que, si las familias se enteran de que tendrán una nena, el aborto se hace inexorable y el desnivel entre sexos, aún mayor.

Pero volvamos al problema de fondo: la creencia de que tener mucha población es lo negativo. El terror poblacional se fue manifestando levemente a comienzos del siglo XX y tuvo su máxima expresión al finalizar la Segunda Guerra Mundial en medio del famoso baby boom , cuando el mundo creció a tasas nunca vistas hasta entonces. Lo infundado de esos miedos se basaba en dos conceptos erróneos que aún hoy son repetidos en diversos ámbitos académicos y mediáticos.

1) Que esas tasas se iban a mantener por siempre jamás. A comienzos de los años 70, ya los guarismos comenzaron a bajar, y lo siguen haciendo aún hoy. De hecho, la ONU ya hace varias décadas que debe ir corrigiendo recurrentemente sus proyecciones poblacionales hacia la baja.

2) Que el mundo no podría alimentar a tanta gente.En los documentos oficiales de la Conferencia de Población de 1974, ya se admitía que con la tecnología de aquella época (a años luz de la actual), el mundo podía alimentar a más de 40.000 millones de personas según la dieta norteamericana y a más de 150.000 según la dieta japonesa.

A poco de conocido este informe, Paul Ehrlich, uno de los apóstoles del antipoblacionismo, escribe ese mismo año un libro titulado La explosión demográfica . Allí reconoce la validez de aquel informe: "En cierto sentido, no les falta razón. Es teóricamente posible alimentar a 40.000 millones de personas, pero cabe preguntarse si vale la pena que la humanidad alimente a 40.000 millones de personas".

A partir de aquí, ya entramos, evidentemente, en un terreno filosófico o, al menos, ideológico. El problema no es la población, sino lo que se quiere hacer con ella. Vayamos a nuestro ejemplo más cercano: en la Argentina se producen anualmente alimentos para unos 380 millones de personas. Nosotros somos 40 millones y nos encontramos con compatriotas que tienen serios problemas de alimentación. No se debe combatir a los pobres, sino la pobreza y sus causas profundas.

En definitiva, cada vez que se intentó manejar, por motivos políticos o económicos, las tendencias poblacionales de algún país, aparecieron las consecuencias no deseadas, y el caso más emblemático en este momento es China, con un creciente desnivel entre mujeres y hombres, y con un envejecimiento generalizado que provocará innumerables problemas sociales (la cuestión previsional es sólo uno de ellos).

Se frenó el crecimiento, pero, como decíamos antes, el problema no es la cantidad, sino la densidad, la distribución territorial y la distribución por edades.

Se repite nuevamente aquello que escuché hace muchos años: "Dios perdona siempre y el hombre perdona a veces, pero la naturaleza no perdona nunca" .

http://www.lanacion.com.ar/1070151-el-mito-de-la-superpoblacion

domingo, 12 de junio de 2011

Las proyecciones demográficas y el sistema previsional

Una de las varias problemáticas vinculadas a la evolución de la población es la sustentabilidad del sistema previsional (agravada por el hecho de que más del 50% de los y las trabajadores/as del mundo lo hacen sin cobertura legal). He aquí un par de noticias al respecto:

"El ministro de Economía, Amado Boudou, lo insinuó en el fragor del debate por el aumento jubilatorio y antes del veto presidencial: para llevar los haberes previsionales al 82 por ciento habría que subir el piso de la edad para jubilarse.

El planteo estuvo en boca de otras figuras del oficialismo como el jefe del bloque de senadores del Frente para la Victoria, Miguel Pichetto, pero por el momento sólo quedó en una idea lanzada a la volatilidad del debate político.

Distintas fuentes oficiales confirmaron a Noticias Argentinas que el gobierno prepara un premio para jubilados antes de fin de año, por fuera de los dos aumentos anuales contemplados en el esquema de movilidad jubilatoria.

Pero negaron lo que otras usinas habían deslizado en las últimas semanas a partir de aquellos comentarios de Boudou: que se analizaba presentar en 2011 un proyecto en el Congreso destinado a extender el período de actividad en hombres y mujeres para poder cumplir con el pago del 82 por ciento móvil.

Lo cierto es que tarde o temprano a la Argentina podría llegar la discusión que llevan adelante los países centrales afectados por un doble fenómeno de envejecimiento de la población y menor tasa de natalidad.

El caso testigo de las últimas semanas es el francés, donde las protestas callejeres se multiplicaron contra un proyecto del presidente Nicolas Sarkozy de elevar la edad mínima para jubilarse de 60 a 62 años y de 65 a 67 años para obtener la retribución completa.

En la Argentina la edad jubilatoria es de 65 años para los hombres y 60 para las mujeres (con posibilidad de extenderla a los 65), con un requerimiento de 30 años de aportes.

Estos niveles ya son de por sí elevados como para volver a aumentarlos. Por ejemplo, Cuba copió ese esquema este año, al extender por cinco años cada uno de esos requisitos en medio de una severa crisis económica.

Problema mundial

Hace pocas semanas, la Unión Europea difundió un documento en el que calculó que, para que la cantidad de aportantes por cada jubilado se mantenga en los niveles actuales, en 2060 la edad para el retiro debería extenderse hasta los 70 años.

Actualmente, el promedio se ubica en 61,4 años con países por debajo como Rumania (55,5), Eslovaquia (58,7) y Francia (59,3) y bastante por encima como Irlanda (64,1), Suecia (63,8) y Reino Unido (63,1). Sin embargo, las reformas están en marcha en medio de fuertes debates. Alemania y Dinamarca la llevarán progresivamente hasta los 67 años, al igual que Holanda y España. Gran Bretaña e Irlanda la ubicarán en 68 años.

El documento indica que en los últimos 50 años la expectativa de vida en Europa se incrementó 5 años, y para 2060 podría crecer 7 años más, mientras que la tasa de natalidad se retrajo, por lo que los activos por cada pasivo pasarían de 4 a 2.

Otro estudio del Population Reference Bureau (PRB) de Estados Unidos indicó que en 1950 había en el mundo 12 personas que trabajaban por cada persona jubilada o de más de 65 años. En 2010 esa relación descendió a 9.

Uno de los casos más graves es el de Japón, donde la tasa de fecundidad cayó a 1,4 niño por mujer y apenas hay 3 adultos por persona retirada. En 2050 Japón no tendrá más que un adulto en edad de trabajar por cada jubilado. Alemania, Italia y Francia tendrán un promedio de 2 a 1. Estados Unidos, actualmente con una proporción de cinco activos por cada pasivo, caerá a 3 a 1.

Algunos datos comparativos: en Japón la esperanza de vida es de 76 años, en la Argentina de 67, mientras que la tasa de fecundidad por mujer en nuestro país es de 2,09.

Más allá de que las situaciones son distintas, la legisladora porteña y especialista en materia previsional, María América González (Proyecto Sur), advirtió que “en estas condiciones en 2015 no hay más sistema previsional en la Argentina” y reclamó una reforma profunda que permita llegar al 82 por ciento móvil.

“Fui 12 años diputada nacional y especialista en derecho provisional desde toda la vida. Siempre las soluciones más fáciles parten de la base de aumentar la edad jubilatoria. Menem lo intentó con las mujeres, lo mismo la Alianza, pero no es así”, describió González en diálogo con NA.

El Sistema Previsional Argentino (Sipa) tiene 8,5 millones de aportantes y casi 5,9 millones de beneficiarios (3,5 millones contributivos y 2,4 millones por moratorias habilitadas por el gobierno nacional en los últimos años).

La relación es de aproximadamente 1,5 activos por pasivo. Muy baja. El problema en la Argentina no es tanto el envejecimiento o la fecundidad sino el enorme nivel de trabajo en negro, que de acuerdo con las últimas mediciones se ubica en el 35 por ciento."
http://www.elciudadanoweb.com/?p=116922

"La Comisión Europea propone que de manera progresiva la edad de jubilación en la UE se eleve hasta los 70 años en 2060, para evitar la quiebra de los sistemas de pensiones.

De esta manera, con la extensión de la edad jubilatoria, se podría garantizar la sustentabilidad de las finanzas públicas, cuyos problemas se agravaron como consecuencia de la crisis.

"Garantizar que el tiempo de jubilación no continúe aumentando en comparación con el tiempo pasado trabajando contribuiría a la adecuación y la sostenibilidad (de las pensiones)", afirma el ejecutivo comunitario en un documento difundido hoy y firmado por el comisario europeo de Trabajo, Laszlo Andor

"Esto significa aumentar la edad en que uno deja de trabajar y percibe una pensión", afirma el informe.

"Aumentar las vidas laborales para reflejar los continuos aumentos en esperanza de vida a lo largo del tiempo generará un doble dividendo: mayor calidad de vida y pensiones más sostenibles", asegura el Ejecutivo comunitario.

En los últimos meses, varios Estados miembros retrasaron la edad de jubilación y otros planean hacerlo. Alemania, Holanda y Dinamarca la han situado en 67 años y el Reino Unido en 68. En España, el Gobierno ha propuesto también pasar de los 65 a los 67 años.

Durante los últimos 50 años, la esperanza de vida en la UE aumentó en promedio 5 años. De acuerdo con las últimas proyecciones demográficas, de aquí a 2060 podría producirse un nuevo incremento de alrededor de 7 años.

Si a ello se suman las bajas tasas de fertilidad que se registran en los Estados miembros, el resultado es que la tasa de dependencia se duplicará: mientras que ahora hay cuatro personas en edad de trabajar por cada mayor de 65 años, en 2060 sólo habrá dos personas en edad de trabajar por cada mayor de 65 años, según los datos de Bruselas.

"Si continúan las tendencias actuales, la situación es insostenible. A menos que las personas, en la medida en que viven más tiempo, también permanezcan más tiempo en el mercado de trabajo, o bien la cuantía de las pensiones sufrirá o bien se producirá un aumento insostenible en el gasto por pensiones", alerta el documento publicado por el Ejecutivo comunitario."

http://www.ambito.com/noticia.asp?id=531080

domingo, 5 de junio de 2011

Articulo interesante sobre migraciones

INTRODUCCIÓN

Desde mediados de los años ochenta del pasado siglo XX el número de inmigrantes ha ido en aumento en la Unión Europea y en España; si bien el fenómeno migratorio no es nuevo, si que lo es la intensidad de los flujos, así como el destino y el origen de los mismos; a los países de la Unión Europea llegan inmigrantes de regiones diferentes -asiáticos, norteafricanos, subsaharianos, latinoamericanos, centroeuropeos, etc.-. Así pues, nos encontramos ante: un fenómeno persistente a lo largo de los años, cuyas causas son muy diversas y han sido muy estudiadas por diferentes autores; y ante la intensificación de dicho fenómeno desde mediados de los años ochenta del pasado siglo (cuyas causas igualmente son diversas, pero sin duda relacionadas con los cambios que se están produciendo en la economía mundial en los veinte años, es decir, que la intensificación de las migraciones están muy relacionadas con el proceso de globalización.

Conviene señalar que no es la Unión Europea la única región del mundo receptora de inmigrantes, sino que el resto de los países de la OCDE (Estados Unidos, Canadá, Japón, Australia…) también participan de estos flujos migratorios Sur-Norte. Sin embargo, a pesar de lo que suele creerse habitualmente, en términos absolutos, existe un mayor volumen de extranjeros residentes en países en desarrollo que en países desarrollados; aunque en términos relativos, es decir, en relación con la población nativa residente, los inmigrantes extranjeros representan una mayor proporción de la población en los países desarrollados (Blanco, 2000). Aún así, hay que decir que los flujos migratorios, a pesar de su aumento, no son masivos y que los inmigrantes representan una muy pequeña proporción de la población de los países desarrollados. Otra cosa bien distinta es la percepción que la opinión pública tiene del fenómeno migratorio, muy condicionada por lo que los medios de comunicación dan a conocer y por el tratamiento político que se da al mismo.

En este documento vamos a tratar de presentar una explicación multicausal de estos flujos migratorios, diferenciando entre las causas de su persistencia y las de su intensificación. Se trata, por tanto, de presentar una serie de explicaciones parciales del actual fenómeno migratorio que pueda servir de base para la elaboración de hipótesis de futuras investigaciones. Mientras en el primer apartado, referido a las causas de la persistencia, se hace es una revisión sintética e interpretativa de la literatura sobre el tema, en el segundo apartado, referido a las causas de la intensificación, lo que hacemos es aportar una serie de explicaciones originales.

Por otro lado, debemos señalar que la idea que inspira este trabajo es que el fenómeno migratorio tiene una explicación multicausal, en parte macroeconómica y en parte microeconómica, en parte económica y en parte social, política y cultural, y que todas ellas se entremezclan cuando se trata de explicar por qué un ciudadano de un país en desarrollo lo abandona para buscar un futuro en un país desarrollado.

Para comenzar, debemos aceptar la vigencia de una de las leyes de la migración de Ravenstein (1889), según la cual predominan los motivos económicos entre las causas de las migraciones Sur-Norte. La inmensa mayoría de los inmigrantes que llegan a los países de la Unión Europea lo hacen por motivos económicos, aunque su regularización pueda realizarse por diversos motivos de naturaleza no económica (asilo político, reagrupación familiar...). Aceptado esto, y excluyendo de nuestro trabajo las explicaciones de los procesos migratorios de carácter político o ambiental, nos centraremos en el estudio de las migraciones por motivos económicos.



CAUSAS DE LA PERSISTENCIA DE FLUJOS MIGRATORIOS

La literatura sobre el tema refiere una serie de causas que explicarían porque se han venido produciendo históricamente flujos migratorios Sur-Norte, la mayoría de las cuales está relacionada de forma directa o indirecta con las diferencias de niveles de vida en los países del Sur y del Norte, es decir, con la dualidad desarrollo-subdesarrollo.

Una de las causas más importantes sería la brecha salarial entre los países desarrollados y los subdesarrollados. Las diferencias de salarios entre sectores productivos han sido tradicionalmente invocadas como una de las causas de los movimientos migratorios; aquí destacan los trabajos de Lewis (1954), de Harris y Todaro (1970) y de Todaro (1976). Según la teoría neoclásica, mientas persistan las diferencias salariales persistirán los flujos migratorios; aunque aquella debiera disminuir rápidamente a medida que la mano de obra se va haciendo escasa en los países emisores y abundante en los países receptores, pues en los primeros el salario iría en aumento y en los segundos en disminución.

Sin embargo, aparece aquí una paradoja del neoliberalismo, en la medida en que los Estados, "en teoría liberales", de los países desarrollados deciden intervenir sobre determinados sectores para garantizar su supervivencia, al margen de la competencia, manteniendo artificialmente altos los niveles de rentas y de salarios; éste sería el caso de la aplicación de la Política Agraria Común por parte de la Unión Europea. La PAC tiene como objetivo garantizar la persistencia del sector agrario europeo haciendo rentable las explotaciones agrarias con medidas proteccionistas; las diferentes barreras comerciales que la Unión Europea impone a la entrada de productos agrarios externos que puedan competir con los europeos, generan unos precios de mercado en los países de la Unión Europea superiores a los que esos mismos productos alcanzarían en los mercados internacionales, consiguiendo que las explotaciones agrarias europeas obtengan beneficios y que exista empleo agrario. Este empleo agrario (en el caso de empleos en situación regular), en función de los mecanismos institucionales existentes en estos países, es retribuido a salarios superiores a los que se dan en países en desarrollo debido a que los empresarios agrarios pueden soportar unos costes superiores gracias a las medidas proteccionistas. De esta forma los salarios agrarios europeos frenan su tendencia a la disminución y contribuyen a la persistencia de los flujos migratorios.

En la misma línea puede incluirse como causa el aumento de la demanda de trabajo de baja cualificación y baja retribución generado por la dualización del mercado de trabajo de los países desarrollados. Este tesis, planteada originalmente por Piore (1979), sostiene los mercados de trabajo en los países desarrollados están fragmentados en diferentes segmentos, cada uno de los cuales constituye un mercado de trabajo independiente; así pueden existir altos niveles de desempleo entre titulados universitarios y al mismo tiempo una demanda de trabajo insatisfecha en el sector agrario o en el trabajo doméstico, sin que los universitarios desempleados estén dispuestos a ocupar dichos empleos.

Lo cierto es que hay determinados empleos que los ciudadanos de los países desarrollados ya no desean ocupar y que ante esta falta de oferta los empresarios se ven obligados a demandar trabajadores extranjeros. No es simplemente una cuestión económica que pueda solventarse aumentando los salarios de los puestos de trabajos con escasez de oferta (lo cual, por otra parte, reduciría los márgenes empresariales, cuando no convertiría en inviables ciertas actividades), es una cuestión social vinculada con el status otorgado a determinadas ocupaciones por los "nuevos hidalgos" de los países desarrollados (Massey, 1990). Así pues a medida que los trabajadores de estos países rechazan estos empleos, los empresarios acuden a trabajadores extranjeros, que en la mayoría de los casos, por los niveles de vida de sus países de origen, están dispuestos a aceptar salarios más bajos y peores condiciones laborales que las que aceptaría un trabajador de un país desarrollado que estuviese dispuesto a aceptar un mismo empleo. Si a todo ello le unimos la existencia, en algunas zonas (por ejemplo, en Andalucía y Extremadura), de unos mecanismos de protección de las rentas salarias agrarias (PER, AEPSA, Subsidio Agrario, Renta Agraria), los incentivos para aceptar los empleos agrarios en estas comunidades autónomas, más allá de los días necesarios para garantizar el cobro de las ayudas, son ciertamente escasos. La demanda de trabajadores inmigrantes es así el resultado del funcionamiento de ciertos mecanismos institucionales que se dan en los mercados de trabajo.

Otra causa relacionada con el mercado de trabajo estaría en la funcionalidad de los inmigrantes como ejército industrial de reserva. Algunos autores (Castles y Kosack, 1973), han planteado que la existencia de un mercado dual de trabajo debilita a la clase obrera pues la divide entre trabajadores inmigrantes y trabajadores nativos. Los trabajadores inmigrantes funcionarían como una oferta inagotable de trabajo que impediría el aumento de los salarios del segmento secundario del mercado de trabajo, manteniendo la precariedad de los empleos de dicho segmento y contribuyendo a una producción a bajo coste que permite aumentar la capacidad de consumo de los trabajadores del segmento superior con elevados salarios

Otros planteamientos acuden a las diferencias en los niveles de rentas entre países desarrollados y países en desarrollo como causa de las migraciones; aquí destacan los trabajos de Borjas (1989). Según esta tesis, cuanto mayores son los diferenciales de renta entre países, mayor es la propensión a emigrar desde el país de menor renta al de mayor renta. Si bien este planteamiento puede ser cierto e influir en la decisión individual de emigrar, entendiendo que cada individuo trata de maximizar sus ingresos, no es menos cierto que en las decisiones individuales pesan otros muchos factores como la educación, los conocimientos, la ambición, la cultura, la familia, los contactos más allá de las fronteras... que pueden funcionar en algunos casos como restricciones de la función objetivo del potencial inmigrante. Dentro de este planteamiento cabe considerar que muchos inmigrantes pueden estar interesados en realizar estancias temporales en países desarrollados para determinadas campañas productivas, en las que tratarían de maximizar los ingresos, para con ellos poder tener el nivel de vida deseado en su país de origen el resto del año; en este sentido los contratos temporales en origen con adecuadas condiciones laborales y salariales pueden satisfacer las aspiraciones de muchos inmigrantes que no desean abandonar permanentemente su país por diferentes razones (familiares, culturales...) (Massey et al. 1993).

Otros autores, como Stark (1991), sostienen que la causa principal de la migración se encuentra en las estrategias económicas de las familias. Para estos autores la decisión de emigrar no es individual sino que se adopta en el seno de una familia que decide enviar a uno o varios de sus miembros a países desarrollados mientras que otros permanecen en el país en desarrollo asumiendo otras responsabilidades familiares (cuidados de menores y ancianos, mantenimiento del negocio o de la casa de la familia...). En este caso la función objetivo de la familia sería la maximización de la renta familiar, sujeta igualmente a una serie de restricciones de tipo socio-cultural, y en dicha estrategia las "remesas" de los emigrantes (contraflujo en términos de Ravenstein, 1889) se convierten en las principales fuentes de ingresos de las familias.

Próxima a esta explicación se encontraría la identificación, como causa del aumento de las migraciones, de los procedimientos de reagrupación familiar; aquí destacan los trabajos de Lemoine (1989) y Perruchoud (1989). Vinculada con la estrategia familiar, muchos inmigrantes una vez establecidos de forma regular en los países desarrollados optan por utilizar los procedimientos de reagrupación familiar, en unos casos para traer consigo a familiares "dependientes" de ellos (que no vendrían a incrementar la población activa pero sí la demanda de servicios sociales -educación, sanidad, vivienda, cultura...-), y en otros para traer consigo a otros miembros activos de la unidad familiar que se convertirían igualmente en trabajadores inmigrantes, aumentando con ello las remesas que pueden enviar y con ello la renta familiar. Aquí, la existencia de redes sociales y de mecanismos institucionales (ONGs, legislación social para la inmigración...), como las referidas por Massey et. al. (1993), favorecen la integración del inmigrante en el país de destino y contribuyen a que su emigración sea permanente y, por tanto, a que decida traer consigo al resto de su familia.

También existen planteamientos de corte marxista, ligados a la teoría de la dependencia (Portes y Bach, 1985) que explicarían los flujos migratorios en función de la penetración histórica del capitalismo en las regiones que hoy son países en desarrollo. El establecimiento de sistemas coloniales provocó la desarticulación económica, política, cultural y social de los territorios administrados por la metrópolis y cuando éstos desaparecieron en función de la descolonización, la única herencia que dejaron fue la imposibilidad del desarrollo o, lo que es lo mismo, el subdesarrollo. Las nuevas sociedades postcoloniales, extravertidas en todas sus dimensiones, ante la frustración de años de independencia sin progreso socioeconómico termina generan flujos migratorios cuyo destino serían las antiguas metrópolis; ello explicaría la concentración de hindúes y pakistaníes en el Reino Unido o de argelinos en Francia.

Otros planeamientos, de carácter geográfico, inciden en la idea la proximidad como elemento favorecedor de las migraciones. Es evidente que a mayor distancia existirá una menor propensión a la emigración, como ya señalara Ravenstein (1889) y por tanto, los flujos migratorios entre países en desarrollo y desarrollados responderían a una cierta pauta geográfica, ejerciendo los países desarrollados más próximos una mayor atracción que los más distantes. No obstante, esto debe ser matizado en la medida en que hoy día las distancias se han reducido de forma sustancial gracias a los adelantos tecnológicos en materia de comunicaciones y transportes, que hacen que se hable del “fin de la geografía”.

Con iguales pautas geográficas, y haciendo una interpretación del enfoque de la redes sociales, existe lo que podríamos llamar un hermanamiento de localidades por las razones migratorias. Diferentes estudios empíricos han demostrado como los movimientos migratorios presentan una ciertas pautas geográficas de naturaleza local, en la medida en que se observa como en ciertas localidades de los países desarrollados receptores de las migraciones se concentran inmigrantes de otras determinadas localidades de países en desarrollo; no nos referimos ya a la concentración de inmigrantes de un país determinado en otro, sino a la concentración de inmigrantes de una localidad determinada en otra. La explicación de este fenómeno hay que buscarla en la existencia de redes sociales y familiares que apoyan esta migración localizada (reagrupamiento familiar, existencia de inmigrantes integrados y con cierta capacidad económica que apoyan la integración de amigos y familiares, empatía cultural...).

En una línea similar estarían los trabajos de Zlotnik (1992) sobre los sistemas migratorios. Según este autor los flujos migratorios responden a unas pautas geográficas determinadas existiendo unos núcleos de población que ejercen de centros atractores de dichos flujos (núcleos que pueden ser varios dentro de un mismo sistema y que pueden estar dispersos e incluso alejados del origen de los flujos) y otros núcleos que ejercen de emisores, pudiendo un mismo núcleo pertenecer a varios sistemas migratorios y pudiendo dichos sistemas ser mutables en el tiempo.

Por otro lado, desde una perspectiva demográfica, tendríamos como causa de las migraciones la necesidad de un reemplazo poblacional. En los países desarrollados se está produciendo un problema de envejecimiento de la población, en la medida en que cada vez nacen menos niños y la esperanza de vida es cada vez mayor; esto hace que las pirámides de población de estos países vayan adoptando forma de hongo, indicando con ello que, en un futuro, el porcentaje de población dependiente (menores de 15 años y mayores de 65 años) será tan elevado que la población en edad de trabajar no podrá mantener con su actividad económica a aquellos que no pueden ejercer un actividad remunerada. No se trata sólo de la posible quiebra del sistema de pensiones, sino también del incremento del gasto social dirigido a la tercera edad y del número de personas dependientes que formarán parte de las unidades familiares (cuatro progenitores por pareja, más el hijo de la misma). En este sentido, la entrada de población inmigrante de edades en las que existe un cierto vacío demográfico en los países desarrollados servirían como “migraciones de reemplazo” que equilibrarían las pirámides demográficas, permitirían mantener el actual sistema de pensiones, aportarían los ingresos necesarios para mantener el resto del gasto social en tercera edad, aumentaría en número de familias con más de un hijo y el porcentaje de población dependiente por unidad familiar se reduciría.

Por último, conviene recordar que el mayor volumen de población extranjera se encuentra en los países en desarrollo. Existen varias razones que justifican esto, pero la mayoría no son de origen económico; entre ellas, tendríamos las migraciones forzosas por motivos no económicos (guerras, represión, catástrofes naturales...) que suelen producirse entre países vecinos y, sobre todo, la acumulación de inmigrantes que se dirigen hacia países desarrollados, pero que realizan su viaje por etapas, tal y como señalara Ravenstein (1889); en muchos casos su estancia en países en desarrollo se debe a la necesidad de acumular recursos económicos para continuar su viaje, mientras que en otros se debe al bloqueo que realizan los países desarrollados a la entrada de inmigrantes, que obliga a éstos a concentrarse en países limítrofes tratando de encontrar la mejor oportunidad para entrar en dichos países de forma ilegal y posteriormente tratar de regularizar su situación.



CAUSAS DE LA ACELERACIÓN RECIENTE DE LOS FLUJOS MIGRATORIOS

Por lo que se refiere a la aceleración reciente de los flujos migratorios Sur-Norte, y dado que estamos hablando de migraciones internacionales, debemos, en primer lugar, acudir al contexto de la economía internacional de los últimos veinte años para tratar de encontrar algunas de las causas explicativas de la intensificación de dichos flujos; y al hacerlo nos encontramos con que en estos años hemos dejado de hablar de "economía internacional" para hablar de "economía mundial". El término "globalización" se ha convertido en el protagonista de los más diversos discursos económicos, lo cual es síntoma de que las explicaciones sobre el funcionamiento de la economía han de tener en actualidad una dimensión planetaria, ya que nos encontramos en contexto de economía-mundo, según expresión de Wallerstein (1974). Desde esta perspectiva podemos apuntar algunas explicaciones.

La primera de ellas sería lo que podríamos denominar el mito del libre mercado, o la "paradoja del liberalismo", en expresión de Collinson (1993). El predominio de la filosofía neoliberal en todo el mundo, junto con la escasez de propuestas alternativas, ha hecho que aquélla sea conocida como "el pensamiento único". Pues bien, uno de los pilares de dicha filosofía consiste en la creencia de que el mercado es el mecanismo que asigna de manera más eficiente los recursos y que por tanto es la mejor vía para aumentar el bienestar social; en lógica correspondencia, la intervención del Estado en dicho mercado no hace otra cosa que introducir distorsiones que impiden una asignación eficiente de los recursos y que, por tanto, limitan el nivel de bienestar social que puede alcanzarse. Todo ello ha llevado a que la mayoría de los países del mundo eliminen sus mecanismos de regulación de los mercados, y en particular aquellos que afectan al libre movimiento de mercancías entre países; de esta forma se ha ido conformando un mercado mundial sin un Estado mundial que pueda interferir sobre el mismo.

Pero si esta lógica es válida para el mercado de bienes y servicios, también ha de serlo para los mercados de factores productivos, esto es, el mercado de capitales y el mercado de trabajo. Así lo que correspondería bajo esa lógica neoliberal sería el establecimiento de la libertad de movimientos de capitales y de trabajadores.

La primera de estas libertades se ha impuesto en la economía mundial como un dogma. No debe haber ningún obstáculo que limite los movimientos de capitales entre países, ya que eso haría que los capitales se invirtieran en opciones menos rentables que la óptima y, por tanto, reducirían el nivel de bienestar social mundial que podría alcanzarse (aunque estos movimientos de capitales tengan naturaleza especulativa y su salida masiva de un país en desarrollo pueda provocar una fuerte devaluación de su moneda y una importante crisis económica).

La segunda de estas libertades es rechazada por los países desarrollados, que se oponen a ella limitando la entrada de trabajadores extranjeros en sus países; salvo que se trate de trabajadores de países que formen parte de su mismo mercado común, en caso de pertenecer a uno. He aquí un ejemplo de doble moral de los países desarrollados, que consideran positiva la libertad de movimientos de trabajadores, pero que excluyen de dichos beneficios a los países que no pertenecen al mismo esquema de integración económica. Como es lógico, los gobernantes de los países en desarrollo, que han aceptado, en muchos casos por asunción de la filosofía neoliberal, la libertad de movimientos de mercancías y de capitales, no ven motivos para que se limite la libertad de movimientos de trabajadores; así puede entenderse como alientan, en algunos casos, permiten, en muchos, y limitan sólo formalmente, en otros, la salida de trabajadores de sus países, pues con ello alivian la presión social sobre unas economías poco productivas, al tiempo que reciben unas importantes entradas de divisas como remesas de emigrantes, que les permiten equilibrar mejor sus balanzas de pagos.

Una segunda causa de la intensificación de los flujos migratorios, la encontraríamos en la amplificación del efecto demostración que se produce con la globalización. El "efecto demostración" consiste en la adopción por parte de los ciudadanos de países en desarrollo de estilos de vida, pautas de consumo y ambiciones propias de los ciudadanos de los países desarrollados. Dicho efecto se desarrolla fundamentalmente tras los procesos de descolonización de los actuales países en desarrollo, cuando las clases medias y altas de los mismos, libres de la dominación política de las metrópolis y enaltecidos por los triunfos de los movimientos de liberación nacional, sueñan con alcanzar los niveles de vida de los países desarrollados. Mientras dicho efecto demostración sólo afectaba a una minoría de la población el problema, pese a su gravedad de puertas adentro, no tuvo mayores consecuencias internacionales. Sin embargo, con la globalización de los medios de comunicación nos hemos convertido en una "aldea global" y ahora basta con encender un receptor de televisor o de radio en cualquier país del mundo para comprobar como se vive en los países desarrollados; este hecho ha amplificado el efecto demostración, de manera que ahora no son sólo las clases medias y altas las que desean imitar el estilo de vida de los países desarrollados, sino la gran mayoría de la población de los países en desarrollo. El conocimiento de un mundo mejor genera en esta población la ambición por alcanzarlo y cuando comprueban que en sus países de origen no existen suficientes "oportunidades", dado el bajo nivel de "desarrollo humano", en expresión del PNUD (1990), la frustración lleva a los segmentos más jóvenes y mejor formados de la población de estos países a buscar esas oportunidades más allá de sus fronteras. Por otro lado, el éxito de aquellos que consiguen establecerse, regular o irregularmente, en los países desarrollados, que se visibiliza en las remesas que envían a sus familiares y en el nivel de vida que muestran (a veces sólo aparentan) en sus retornos ocasionales o temporales a los países de origen, es otro poderoso "efecto demostración" para los entornos sociales más cercanos (familiares, amigos, vecinos...).

Una tercera causa la tendríamos en la facilidad de las comunicaciones y los transportes. Las mismas vías de comunicación (aeropuertos, puertos, líneas férreas, carreteras...) y los mismos medios de transportes (avión, barco, tren, automóvil...) que se utilizan hoy en día para trasladar las mercancías de una parte a otra del planeta permitiendo la producción y el comercio global, o a los miles de turistas de países desarrollados en sus vacaciones más de sus fronteras nacionales, son los que utilizan los inmigrantes para llegar hasta los países desarrollados. A ello ha contribuido también el abaratamiento de los servicios de transportes que tanto facilitan el libre comercio mundial. Los inmigrantes llegan a los países desarrollados en avión (como turistas), en barcos mercantes (como polizones) y ocultos en camiones de transportes internacionales, cuando no lo hacen en automóvil particular, en autobús de línea o en patera; y salen de regiones relativamente aisladas gracias a la existencia de vías de comunicación abiertas para el desarrollo de las actividades productivas y comerciales en sus países. Esta idea ya fue apuntada por Ravenstein (1889) en una de sus leyes migratorias al relacionar las migraciones con los adelantos tecnológicos en materia de transportes en la medida en que reducían distancias y nunca como ahora las distancias se han hecho más cortas.

Una cuarta causa estaría ligada a la retroalimentación del exceso de demanda de residencia y empleo en los países desarrollados. Los flujos migratorios pueden considerarse como una "demanda de residencia y empleo" en los países desarrollados que realizan ciudadanos de países en desarrollo, mientras que los cupos migratorios que establecen los países desarrollados pueden considerarse como "oferta regular de residencia y empleo". El aumento de los flujos migratorios que se ha producido en los últimos años como consecuencia de otras causas, ya citadas y por citar, ha hecho que la demanda de residencia y empleo sea superior a los cupos establecidos por los países desarrollados, generando por tanto un exceso de demanda. Dado que los cupos tienen un "precio máximo", equivalente a los costes que para el inmigrante supone adquirir su permiso de residencia y de trabajo (y que es inferior al precio que éste estaría dispuesto a pagar por dicho permiso), se produce un típico caso de "racionamiento" dando lugar "colas" (que se "visibilizan" siempre que se abran los plazos para obtener "los papeles" tanto en los países de origen como de destino de estas migraciones). Como en muchos otros casos de exceso de demanda con racionamiento aparece un "mercado negro" en el que surge una "oferta irregular de residencia y empleo" a un precio muy superior al coste de adquirir un permiso de trabajo y residencia; surgen así las "mafias", que hacen su negocio satisfaciendo el exceso de demanda que se ha producido. Pero el problema, no termina aquí, sino todo lo contrario, a partir de aquí la "oferta irregular crea su propia demanda"; las mafias que se dedican a facilitar la inmigración ilegal, con importantes beneficios, son auténticas "empresas con ánimo de lucro" con estrategias publicitarias y de marketing (por ejemplo, el 3 x 1; una vez que el inmigrante paga tiene derecho a tres intentos de entrada en el país de destino, en caso de ser detenido y deportado). Éste es el auténtico "efecto llamada", el realizado por las mafias que animan a los ciudadanos de los países en desarrollo a iniciar la "aventura de la tierra prometida" generando unas falsas expectativas.



CONCLUSIÓN

Todo este recorrido por diferentes explicaciones del fenómeno migratorio no hace sino poner de manifiesto que la causa de las migraciones no es única y que, por el contrario, la explicación es multicausal, fruto de la combinación de muchas de las causas antes señaladas. Luego la solución al problema migratorio jamás podrá ser simple ni unidimensional, ya que eso sería como tratar sus síntomas y no sus causas.

Fuente: Hidalgo Capitán, A.L.: “Los flujos migratorios contemporáneos. Una explicación multicausal" en Contribuciones a la Economía, junio 2007. Texto completo en http://www.eumed.net/ce/